Traigo una pequeña reflexión que quiero compartir, y es que, hay mucha gente por aquí con hijos, e incluso que pasan 24 horas con ellos como nosotros.
Yo no tengo estudios en neuroeducación infantil ni soy ninguna experta, pero resulta que comparto mis 24 horas con dos criaturas desde hace 3 años y me gusta mucho observar y analizar.
Me doy cuenta de que los niños beben de nuestra energía. El clima de esta familia, y de la tuya seguramente, depende siempre de nosotros, como «guías» o «acompañantes». Ellos siempre van a levantarse con una sonrisa. Siempre van a empezar su día en positivo y dependerá en gran medida de nuestro mood el cómo va a ir desarrollándose el día.
A veces pienso que esto es dificilísimo, rozando lo injusto, porque los adultos, tenemos ciertas obligaciones y ciertos temas que gestionar, que a veces se tuercen, que a veces te sobrepasan. Y que no debería afectar esto a mis criaturas. A veces pienso que si estuviesen en un cole y yo tuviese 8 horas sin ellos podría tener ese tiempo para las gestiones/temas/cosas que surgen o llámalo como quieras dependiendo de tu vida y tu situación, y así ellos solo verían el mood bueno.
Y otra vez sigo pensando, y no me paro en esa idea. Sigo más adelante y entonces veo todo lo que he conseguido a nivel personal. Veo la resistencia que he desarrollado. Veo la calma con la que soy capaz de gestionar conflictos entre mis hijos (la mayoría de las veces).
Y me doy cuenta de que ellos NO me necesitan perfecta. Ellos deben saber, y de hecho saben, porque compartimos TODO, que la vida es imperfecta, que existen los problemas y los problemones. Ellos son conscientes de que tengo 26 años más que ellos y que, aunque me guste jugar, reírme, ir de un lado a otro, y hacer 1000 y una aventuras, no puedo hacerlo 24 horas al día. Y no pasa nada. Está bien. Es así.
La diferencia es la energía que pones en lo que haces. Si tu energía es baja y negativa, ellos lo van a percibir y también estarán más irascibles, más desubicados. Si tu energía es positiva y limpia, pese a las gestiones y quehaceres diarios, ellos lo perciben también y el mood de toda la familia es otro.
Así que positivízate, que no significa que estés todo el día flower power (o sí, si quieres y puedes) pero sí debemos de ser capaces de transitar el día a día desde una mente positiva y calmada.
Y así nos fluye la vida, agradeciéndonos mucho a nosotros mismos que hayamos dado pasos y más pasos y gestiones y más gestiones, que nos hayan traído hasta aquí. Que no tengamos que estar separados 8 horas de nuestros hijos para poder gestionar las cosas, que hayamos sido capaces de aprender a hacerlo compartiéndolo con ellos. Porque
esto me ha dado el mayor de los tesoros de este viaje,
que no son los osos que hemos visto, ni las ballenas, ni ver el océano polar ártico extenderse frente a nuestros ojos, ni encontrarnos en medio de la nada con un alce bebiendo agua. El mayor tesoro es poder compartir el 100% de mi tiempo con estos pequeños, que más pronto que tarde dejarán de serlo tanto, aunque a veces nos parezca súper lejos.
Patricia Barroso
Mamá de una familia de 4 que decidió replantearse todo desde el principio. Viajando y viviendo sin escuela desde 2021.
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